Distinguidos sres. y sras. miembros de la junta directiva del APA:
En Alicante, por desgracia, no nos quedan muchos parajes naturales intactos. Eso es un hecho, y otro hecho es lo que la Naturaleza, por encima de todo, requiere: sufrir la menor intervención humana posible. Y lo mismo cabe decir respecto de un Bien Cultural público donde, si acaso, esa intervención debe ser en forma de cuidado y preservación, nunca de explotación comercial. Porque esto es justamente lo que se pretende con la instalación en el faro del Cabo de la Huertas de un restaurante que, vistos los precedentes respecto la empresa designada (Torre Mauro y Petimetre), iría muy probablemente acompañado de un pub, discoteca o similares, con todo lo que ello significa: contaminaciones acústicas y lumínicas, aglomeraciones y movimientos descontrolados de gente y vehículos en horas especialmente sensibles. En suma, molestias sin fin para todo el vecindario y, sobre todo, con dos graves asuntos a considerar que llevan camino de convertirse en un clamor popular:
1. Una degradación irreversible para la naturaleza del entorno. Porque ¿alguien lo duda? ¿Acaso no se ha pronunciado al respecto la Universidad de Alicante y cualquiera con un mínimo de preocupación por la naturaleza?
2. Convertiría el Bien Cultural que representa El Faro para la ciudad de Alicante, donde es Historia palpable la destrucción sistemática de sus Bienes, con una larga nómina de atropellos (y atropelladores), en otro negocio más, creado para disfrute de privilegiados, pues no olvidemos que se trata de un restaurante de lujo.
Cómo no, se ha pretendido adornar y justificar esta intervención con una propaganda -costeada posiblemente con dinero público- a fin de edulcorar una cruda realidad: el aprovechamiento económico de un Bien que solo necesita una cosa: protección pura y dura, jamás explotación comercial. Ésta solo significaría para el faro y, en definitiva, para el Cabo de las Huertas, su canto del cisne como medio ambiente privilegiado y, ciertamente, escaso.
En base a ello, rogamos a los sres. y sras. que han votado a favor de la concesión de un restaurante en sus instalaciones, que no se dejen influir por el afán de mercantilismo y que reconsideren su postura. Ahora, más que nunca, el Faro del Cabo de las Huertas, y con él, todo su entorno, con su fauna y flora, están amenazados por la especulación urbanística, que tantos estragos ha causado en nuestra querida tierra. Por favor: déjenlo en paz y dedíquenlo, como se ha hecho en los de Xàbia y Albir, a su fin lógico: ser un Centro de Interpretación de la Naturaleza o afín, y un lugar donde disfrutar de su tranquilidad, belleza paisajística y su preciado Bien Cultural. No lo duden: los alicantinos les agradeceremos de por vida que vds. sean benefactores de nuestro patrimonio.